MEXICALI, 31 agosto de 2020 (Especial/únicoBC).- La reactivación económica es el proceso mediante el cual se busca que la economía de un país tome buen rumbo, después de haber estado sumergida en una crisis que afecta a la mayoría de la población.
Tras la suspensión de labores no esenciales y la limitación en los rubros catalogados como necesarios durante la emergencia sanitaria decretada en México para evitar la propagación del COVID-19, el regreso a las actividades económicas debe ser escalonado, conciso, precautorio, y manteniendo como prioridad la salud, para evitar un negativo efecto dominó en medio de la que se prevé como la crisis más fuerte que ha transitado la nación en su historia moderna.
Tal efecto podría generarse al estar detenida la circulación de efectivo, lo cual hace que la producción de las empresas registre niveles bajos, y que por lo tanto no se contrate a nuevos trabajadores, aumentando con ello el desempleo, y dejando a las personas con muy pocos ingresos con los cuales consumir, explicó el Mtro. Enrique Luna Gutiérrez, Coordinador de la Licenciatura en Contador Público Internacional de CETYS Universidad Campus Mexicali.
El académico precisó que esta posible cadena de consecuencias, inicia a partir de que los negocios necesitan registrar ingresos para subsistir, aunado a que particularmente en este periodo de pandemia, al no contar con un respaldo económico, ni estímulos gubernamentales, para ellos será todo un reto mantener sus gastos corrientes y sus gastos fijos como sueldos e impuestos.
“Es un tema delicado, en el que vemos que el protocolo de seguridad sanitaria se flexibiliza un poco a cambio de generar la reactivación económica, y propiciar la subsistencia de las empresas. Sin embargo, si esto no se hace con cuidado puede derivar en una segunda oleada de infecciones que rebase la capacidad instalada del sistema de salud”.
Por lo tanto, se ha solicitado a los propietarios de negocios y empresas reestructurar su modelo de negocios respetando los lineamientos sanitarios, lo que por ejemplo, para el sector restaurantero, ha representado trabajar al 30% de su capacidad.
De frente a este panorama y para prevenir el efecto dominó que terminaría por contagiar tanto a la fuerza de trabajo como al sector de consumidores, afectando dramáticamente a la economía, el académico consideró que lo mejor es evitar la apertura de todos los negocios a su tope de capacidad, e incrementar paulatinamente, tal como lo indica el sistema de semaforización implementado por la Secretaría de Salud federal.
“Hay que recordar que los negocios cerrados representan dinero, empleos directos e indirectos, proveedores, impuestos; es decir, es una cadena en la que si falla un elemento, cumplir con las expectativas financieras planteadas se torna una labor titánica. Si algo caracteriza a los mexicanos es la capacidad para salir adelante de las crisis, en esta ocasión habrá que ir despacio para lograrlo, y para conservar una buena salud”, concluyó el experto.