MEXICALI, 6 agosto de 2020 (Especial/únicoBC).-  El presente y el futuro de la educación están invariablemente vinculados a las plataformas tecnológicas, vistas como alternativas a la modalidad presencial, lo cual implica un enorme compromiso con el aprendizaje tanto para el docente como para el alumno, su familia, la escuela y la sociedad en general. 

Así lo indicó el Maestro José Manuel Núñez Organista, Docente de la Escuela de Derecho de CETYS Universidad Campus Mexicali, quien señaló la necesidad de que en conjunto, todos los sectores sociales contemplen más allá del desarrollo sistémico de la institución educativa, una transformación integral para garantizar que el 100 por ciento de la población tenga acceso al servicio educativo de nivel básico. 

La transición hacia lo que se ha denominado como la nueva normalidad, no puede dejar de tomar en cuenta que gran parte de la sociedad y de las familias mexicanas no están preparadas para afrontar las nuevas condiciones derivadas de la pandemia, añadió. 

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), con datos recabados durante el año 2019, el 44.3% de los hogares mexicanos cuentan con computadora, y el 56.4% de ellos tienen acceso a internet. De estos usuarios, el 44.6% señala que este dispositivo se utiliza como apoyo escolar. Por otra parte, el 75.1% de la población de seis años de edad o más, es usuaria de teléfono celular. 

“Las cifras nos explican una realidad nacional evidente, importante para las nuevas perspectivas de educación digital, ya que hay que considerar que la brecha de falta de acceso a una computadora, al internet, y en muchas ocasiones a un televisor, que abarca a más de la mitad de la población y, sobre todo, al sostenimiento a plataformas que en muchos casos implicarán un gasto familiar sostenido”, analizó el académico.

Si bien, dijo, tal y como se constata en los datos arrojados por el INEGI, la mayor parte de la población puede tener acceso a un teléfono que, probablemente, les permite acceder a plataformas digitales, implementar su uso con fines educativos implicaría para las familias un un gasto para sostener los costos de planes de internet móvil o doméstico. No obstante, para el uso de diálogos digitales y actividades diversas de aprendizaje, una computadora sería la herramienta más adecuada para utilizar.

Pero, ¿qué pasará si en casa hay dos o más alumnos, o si en la dinámica de los padres o familiares se incluyen actividades vinculadas al uso de la computadora? 

“Se requerirá de un modelo de transición digital que, a su vez, necesitará una socialización efectiva, de cobertura integral y bajo las condiciones adecuadas de implementación, tomando en cuenta que la educación es un derecho humano y el acceso a redes digitales como el internet, se presume, forma parte de las nuevas generaciones de prerrogativas sociales”.

El cambio de conciencia respecto a las formas de impartir y prestar los servicios educativos requerirá de una reingeniería institucional. 

“Pero, sobre todo, se requiere mejora continua, una permanente revisión, evaluación y reconsideración de modelos para alcanzar servicios de calidad que puedan medir alcances, logros y resultados”, concluyó.

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